Después de más de treinta años con la misma cantinela, catalá, catalá, catalá, da la impresión que, más allá del catalán, no hay vida, excepción hecha de la que surge más abajo del ombligo. Son las dos obsesiones de la izquierda; ampliar el ámbito de conducta sexual de la “gente” mediante nefasta política de planificación familiar, mediante implantación del aborto no solamente como derecho sino en absoluta libertad, mediante el patrocinio de todo lo que surja de las mentes de los colectivos lgtb o desde lo germinado porla ideología de género, omnipresente, incluso, en los servicios, baños o piscinas públicas, y a este paso también en las privadas. La izquierda pretende que todos, “gente o no gente”, se arroje en brazos del desenfreno, sin trabas ni taparrabos. Y pobre del integrante de esa “gente” que se atreva a levantar la voz, aunque sea tenuemente, reclamando un poco de cordura o un sentimiento de pulcritud ética o estética. Ahí está la cobardona regidora popular que osó usar el término “asqueroso”, adjudicado a unos personajillos con hilo de seda en vez de calzoncillos, corriendo veloz a desdecirse de su arranque de sinceridad. No, la verdad es solo una, y siempre está en la izquierda, e incluso la derecha ya comienza a aceptarlo.
Pero tal obsesión, tiene compañero de viaje; el catalán. Hay que conseguir que todo el mundo hable catalán, dice el gobierno de Armengol, con la compañía imprescindible de quienes viven del catalán, la UIB y la OCB. Ahora se trata de ser pedagógicamente impositivos y no responder sino con y en catalán a quien se atreva, ose, dirigirse a la “gente” en castellano. Hay que aparcar la lengua castellana y enterrarla bajo toneladas de palabras en catalán. En catalán de Barcelona, por descontado. Nada de mallorquín ni demás modalidades. No, la señora Presidenta, nacida en Inca, todavía no se ha enterado que dicha ciudad, industrial y alegre, está ubicada en el centro casi de la isla de Mallorca, Baleares.. Y si nada habría que oponer a tal hecho, lo que resulta inaudito, inaceptable y rechazable es su ansia impositiva del habla catalana en todos los órdenes, niveles y ámbitos de la “gente”. Ya no se trata de promocionar o fomentar su uso y enseñanza, sino de imponer salvajemente el habla de Barcelona hasta en los rincones más íntimos de la “gente” que vive en estas islas. Ya no solamente hay que condicionar las licencias de actividad a rotular la futura empresa o negocio en catalán, también hay que obligar a que el niño “juegue en catalán”. Como no sería nada extraño que algún fan de Georgi Aleksándrov el día menos pensado, expulse de su mente privilegiada la obligatoria imposición de también “folgar en catalán”. Nada estará vetado para que la imposición cumpla con sus objetivos, catalán para todo y para todos, incluso para algún miembro del partido conservador que usa del .cat sin ninguna clase de rubor. Porque…, ésta es otra: la postura del PP suele ser siempre la misma ante temas de cierta enjundia ciudadana, el colocarse de perfil. Cuando lo propio sería, en defensa de la libertad, auspiciar que, a semejanza de lo acontecido con el TIL, sus afiliados, simpatizantes o simples ciudadanos amantes de la libertad, recorriesen las calles con una camiseta, no verde esmeralda, sino amarillo fluorescente. Pero, están demasiado ocupados “auto renovándose”.
Sin embargo, se equivocan una vez más todos, derechas, izquierdas, apocados y extremistas. No hay nada más sublime que la libertad, sea en la lengua que sea. Y toda imposición que atente o vaya contra esa libertad, está condenada al fracaso. Y la prueba se halla en nuestras calles y plazas, cines o teatros. Son horas y horas lectivas las que se dedican a la lengua catalana en nuestros colegios, y sin embargo, la calle habla castellano, en este caso, como sinónimo de libertad. IB3 dejó de interesar al telespectador cuando comenzó a obviar las películas en castellano. En cambio, su audiencia aumentaba cuando la compañía de Xexc Forteza nos deleitaba con Majorica y demás. El grito de la “gente” animando a los equipos de la capital, es siempre el mismo “a por ellos”. Por no referirnos al gran “éxito” de lectores obtenido por algún remedo de periódico editado en catalán. Y es que, el gran error de estos gobernantes de salón no es sino pretender enfrentar el catalán con el castellano, despreciando éste para ensalzar a aquél. Error, craso error, propio de mentes endebles y de visión política alicorta. Pero, lamentablemente, ni ella ni sus confluencias dan para más. Su obcecación en pro del catalán, es el producto de una falta absoluta de aprecio hacia estas islas, incluida su Inca. No aman ni Mallorca, ni las demás tierras. Esa falta de estimación es fruto de un ansia de entrega, con armas y bagajes, primero al dinero catalán, luego al Principat catalán. La presidenta, dicho quedo, nacido en Inca, de padre socialista, sinceramente socialista supongo, ha mamado de las ubres de E.R. de Cataluña. Ese es su verdadero amor, no otro. Ni la inquera ni nadie de MES, ni muchísimo menos de UP o ERC, se sienten mínimamente “gente” de estas tierras, de ahí que, sin afecto más allá de sus vísceras hacia la sobrasada, pretendan imponer, no solamente una forma específica de habla, sino que dejemos de amar lo que nos es propio y abracemos lo ajeno.
Sin embargo, fracasarán de nuevo. Como lo han hecho todos los políticos que han pretendido imponer desde el caciquismo, sea cultural, sea docente, sea político, el modo de conducta de la “gente”. Mallorca, Baleares, no es ni republicana ni de izquierdas ni pro catalana, mal que le pese a esa presidenta y a sus “confluencias” que han diseñado sobre el papel qué y cómo debemos comportarnos, qué y cómo debemos hablar, e incluso qué y cómo debemos jugar. Olvidan que el papel lo soporta, lo aguanta todo, pero la “gente”, no.