Greguerias osadas

- La mujer brava, no necesita de pimienta para ser picante.
- Ama tu sombra, mujer, que es preludio de más amores.
- Sonrisas de mujer, para un hombre pueden ser tristezas.
- El hombre trabajador, suele ser buen dormidor, pero mal cumplidor.
- El cansancio solamente se lava con una mirada de cariño.
- Si amanece y estás despierto, o eres insomne, o eres panadero.
- La política es al hombre, lo que un brillante a una mujer: Tentación.
- Escuchar en el hombre es virtud, en la mujer santidad.
- Cuando la mujer habla, el hombre suele ver futbol. Cuando la mujer calla, el hombre, duerme.
- Cuando alguien te alaba con exceso, o algo te debe o algo desea deberte.
- Siempre es mejor una lisonja, que un menosprecio, aunque venga de tu esposa.
- Aquel hombre llevaba cuarenta y cinco años casado. Ello no hubiese sido llamativo, si no se tratase de la misma mujer.
- Dicen que recordar es volver a vivir, pero, en ocasiones, se desea tener amnesia.
- La música amansa las fieras, pensaba el cazador ante el león, mientras el tableteo del fusil automático no dejaba de atronar, cual redoble de timbales.
- Escribir es sufrir, y leer lo escrito en ocasiones es cual tortura china.
- El amante cuando se deslizaba por la ventana, dejando atrás los gritos del marido, no recordaba aquello de “teniendo mi casa sosegada”. No era un hombre místico, evidentemente.
- El hombre dejó de interesarse por la poesía, el día que puso kétchup a la hamburguesa.
- Con la osadía el hombre incrementa su autoestima, hasta que se da cuenta que nadie le está contemplando, excepción hecha de su esposa.
- El estado perfecto de la mujer no siempre es el horizontal. A veces es la clausura.
- Aquel hombre inventaba una vida, porque, a fin de cuentas, ni a él le importaba la que había vivido.